Una Pausa para la Cerveza #03: Beer Songs

Artículo «Beer Songs» de Paco Marín para el Newsletter de Fassbiere. Léelo en 8’:00”. [Publicado originalmente en el sitio web de Fassbiere en agosto de 2018].

Con el verano llegan los festivales y la cerveza corre pareja a los acordes de guitarra. Ambas, música y cerveza, reviven cada verano una historia de confraternización que viene de antiguo. De cuando los sumerios cantaban su himno a Ninkasi, su diosa cervecera, o los frailes entonaban un Te Deum. Esta es nuestra playlist.

Que la cerveza es una bebida universal no admite replica. Universal no solo por su multitud de orígenes, variedades y estilos sino porque une a las personas tanto en la confidencia como en la celebración. Lo mismo sucede con la música, une los corazones y contagia con su tempo nuestros movimientos.

Lo natural es que música y cerveza acabaran juntas; no solo en la letra, también en la música: desde los inicios del pasado siglo existe un estilo de tocar la guitarra llamado slide guitar o bottleneck que aparece desde los discos de 1920 de Blind Willie Johnson (homenajeado por Ry Cooder en su “Paris, Texas”) hasta los de Pops Staples o Ben Harper. Esta técnica, proveniente del delta del Mississippi y que popularizaría el bluesman Muddy Waters, consiste en deslizar el cuello de una botella, u otro objeto liso, sobre las cuerdas de la guitarra. Más tarde la botella vacía o su cuello cortado dieron paso a una más práctica funda de metal para el dedo, aunque el nombre de bottleneck se mantiene.

Echa a rodar el barril

Las primeras canciones para acompañar la bebida llegaron para festejar la cerveza. Hablábamos en una edición anterior del término “Prost” acuñado por estudiantes germanos en el siglo XVIII y que más tarde sería el centro de la clásica canción de brindis alemán “Ein Prosit”.

             “Ein Prosit, ein Prosit – Der Gemütlichkeit – Ein Prosit, ein Prosit – Der Gemütlichkeit”
             ¡Un brindis! ¡Un brindis por el bienestar!

Disco 78 rpm "ein prosit, der gemuetlichkeit; trinklieder, Harry Steier

Pues bien, cinco o seis siglos antes, también en lo que ahora conocemos por Alemania, tierra cervecera por excelencia, con el advenimiento de las primeras universidades, clérigos vagabundos y estudiantes buscavidas viajaban de ciudad en ciudad y de taberna en taberna dejando tras de sí sus cantos profanos de celebración y sátira.

En el canto “In taberna quando sumus” del “Cármina Burana” de Carl Orff, basado en un manuscrito de cantos goliardos hallado en el siglo XIX, ya se exhortaba a la celebración:

             “Tam pro papa quam pro rege – bibunt omnes sine lege.”
              Por el Papa o por el Rey – todos a beber sin ley

Pero no solo Alemania tiene el patrimonio de la canción cervecera, desde Irlanda hasta Japón todas las naciones tienen en bodega canciones esperando a ser cantadas agarrados a una pinta.

En Francia tenemos al mismísimo Jacques Brel que en “La Bière” ya huele la cerveza e invita a ir de la mano a degustarla:

              “Ça sent la bière – De Londres à Berlin – Ça sent la bière – Dieu ! Qu’on est bien
               Ça sent la bière – De Londres à Berlin – Ça sent la bière – Donne-moi la main”

Brel podría haber cantado “desde Londres a Ciudad del Cabo” y homenajear así también a la antigua tradición cervecera zulú de Sudáfrica a la que cantaba, en 1988, Yvonne Chaka Chaca en su tema “Umqombothi”, dedicado a la cerveza homónima:

               “I work hard every day – To make my beer
               (Umqombothi)
               Wake up early every morning – To please my people with African Beer
               (Umqombothi)»
              Trabajo duro cada día – para hacer mi cerveza.
               Madrugo cada mañana – por complacer a mi gente con cerveza africana.

Y en Ghana, Atongo Zimba reinventa con aires de calypso la clásica polka “In Heaven There Is No Beer” ofreciendo una explicación existencial a nuestro gusto por beber cerveza:

               “You living in the world, my brother
               Some are really going to hate you – And some are really going to love you
               In heaven, there is no beer – That is why we be drinking all the beer
               For when we will be going right to heaven – All our friends will be drinking all the beer”
               Vives en el mundo, hermano
               Algunos te van a odiar de veras – y otros te van a amar seguro.
               En el cielo no hay cerveza – Por eso nos la bebemos toda aquí

              Cuando vayas derechito al cielo – Tus amigos se la estarán bebiendo toda.

Y del calypso volvamos a la polka, saltemos atrás casi un siglo. En 1927, en Checoslovaquia, tierra cervecera de renombradas pilsener, Jaromir Vejvoda compuso una tonada que atravesó rodando la Segunda Guerra Mundial hasta convertirse en otro de los himnos cerveceros de hoy día: “Beer Barrel Polka” cuyas versiones más conocidas sean quizá la de Glenn Miller y la de las Andrews Sisters.

              “Then they hear a rumble on the floor, the floor – It’s the big surprise they’re waiting for
              And all the couples form a ring – For miles around you’ll hear them sing…
              Roll out the barrel, we’ll have a barrel of fun -Roll out the barrel, we’ve got the blues on the run”
              De pronto, se escucha el suelo retumbar – Es la gran sorpresa que ya se hacía esperar
              Y en corro las parejas se dan la mano – Puedes oírles cantar desde lo más lejano
              ¡Pon a rodar el barril! y vamos a disfrutar – Pon a rodar el barril y hagamos las penas marchar.

Hay una lágrima en mi cerveza

La cerveza como remedio para hacer desaparecer las penas es un tema recurrente en la música popular. “All the worries in the world, they gone” dice Cole Swindell en su canción “Brought to you by Beer” donde, según canta, “todo te llega por la cerveza”.

Por desgracia, como en la vida misma, no abunda en la temática de las canciones el gusto selecto por la Cerveza, con mayúsculas. Tampoco por la cerveza artesana, a pesar del auge de la IPA en Norteamérica desde los años 70. El consumo desesperado causado por el desamor, el recurso anestesiante que ayuda a la desconexión o la ingesta masiva como forma de diversión son los principales temas en los que la cerveza es protagonista o cómplice del autor.

Hank Williams, la gran y fugaz figura del country, mezclaba sus lágrimas con cerveza:

                “There’s a tear in my beer – Cause I’m cryin for you, dear”
               Hay una lágrima en mi cerveza – pues estoy llorando por ti, querida.

Tom Waits lo resumía así en un verso de su bajada a los infiernos “Warm beer and cold women”:

                “I’ll be drinking to forget you” – Estaré bebiendo para olvidarte.

El amargo sabor de paladear el fracaso en la compañía de una cerveza lo relataba Cindy Walker co-escritora del clásico country “Bubbles in my beer”:

              “Visions of someone who loved me – Brings a lone silent tear to my eye
              And I know that my life’s been a failure – Watching the bubbles in my beer
               Visiones de alguien que me amó – traen una callada y solitaria lágrima a mi ojo
              y descubro que mi vida ha fracasado – mirando las burbujas de mi cerveza.

Y mientras que en cerveza ahogaban las penas cantantes folk, blues, country o pop (recordemos aquel “quiero estar borracho otra vez” de Los Brincos) desde el punk, el rock y el hip-hop se clama por el beber sin medida ni responsabilidad; aunque algunos, por lo menos, se permiten elegir qué cerveza beben: el dúo de hip-hop People under the stairs en su canción “Beer” demuestran que no solo saben lo que es el lúpulo (“hop” en inglés) sino que además son selectivos en su desparramar citando Duvel, Chimay, Stella Artois o Shiner Bock al grito de “we like BEER!”

Me gusta la cerveza, con música

Pero en la música con cerveza no todo es fiesta, borracheras, resacas o lamentaciones. Hay gente con gustos tan sencillos como el disfrutar tranquilamente de su cerveza; como Tom T. Hall quien, a ritmo de vals, reconoce en “I like beer” que la cerveza le gusta pues le hace mejor persona:

              “I like beer, it makes me a jolly good fellow”
              Me gusta la cerveza, me hace un buen y alegre camarada.

También muestra su decepción cuando sueña que va al cielo, el agua le sabe a cerveza y alguien obra el milagro de convertir el agua en vino. Otra decepción, más dulzona que amarga, se la lleva George Jones en “Root Beer” (“Zarzaparrilla”) cuando su pareja vuelve del súper con un pack de seis latas bien frías de cerveza… ¡de raíz!

               “She had a cold six pack when she got back,
               but it was…Ahhohhh…hic-up…Root Beer”

Alguien siempre tan apesadumbrado como Johnny Cash reconoce que no pierde el sueño por cuestiones de amor y que casi nunca ha de cantar canciones de borrachera:

               “I don’t lose no sleep at night ‘cause things with you are going right
               And I hardly ever sing beer drinking songs
               I never call your name out in my sleep
               You never make me worry and you never make me weep
               I never wonder if you’re true, I spend a night curled up with you
               And I never call your name out in my sleep”
               No pierdo el sueño pues todo contigo va bien
               Y rara vez habré entonado canciones de beber
               Nunca en sueños te suelo llamar
               Nunca me preocupas ni nunca me haces llorar
               No pienso nunca si serás real, echo un ovillo contigo la noche prefiero pasar
               Y nunca en sueños te suelo llamar.

Otro que vive feliz es Billy Currington que en “Pretty Good At Drinkin’ Beer” reconoce que no vale para trabajar pero que en lo que realmente es bueno es… ¡en beber cerveza!

Incluso hay quien, como los Clancy Brothers comparten su alegría cervecera loando al patrono cervecero que tanto bien les ha hecho, ¿San Patricio? ¿San Arnoldo? ¿Santa Hildegarda? no; el supuesto benefactor de la humanidad Charlie Mopps en “Beer, beer, beer”:

               “A long time ago, way back in history,
               when all there was to drink was nothin but cups of tea.
              Along came a man by the name of Charlie Mopps,
               and he invented a wonderful drink and he made it out of hops.”
               Hace ya mucho tiempo – tiempo atrás en la historia
               cuando todo lo que había para beber eran tazas de té
               Llegó un hombre de nombre Charlie Mopps
               e inventó una maravillosa bebida hecha de lúpulos.

The Clancy Brothers cantaban por los años sesenta esta típica canción para beber irlandesa (aunque hay quien la considera inglesa por los pubs que se citan en ella) inspirada en un personaje imaginario, Charlie Mopps cuyo nombre rima sospechosamente con dos de los principales ingredientes de la cerveza: barley (cebada) y hop (lúpulo).

Música y cerveza, tanto donde elegir

Está visto que la cerveza triunfa en la música popular. Cientos, miles de canciones de todos los géneros: del jazz al indie, del country hasta el punk o del pop al rap son legión las canciones en las que se menciona la cerveza en todas sus modalidades, envases y situaciones para su degustación. Black Flag, grupo punk, le canta al pack de seis cervezas en “Six Pack”. Rehab, country-rock, y los Blues Brothers le cantan al camarero en “Bartender Song” y “Hey Bartender” de Floy Dixon; Bessie Smith, Billie Holliday y Nina Simone, grandes divas del blues optan por el maridaje en sendas versiones de “Gimme a Pigfoot (and a bottle of beer)”.

ZZ TOP y Motörhead beben y conducen sus motos en “Beer drinkers and hell raisers” y para rematar, Trey Parker & Matt Stone responsables musicales de la serie “South Park” (y no “Weird Al” Yankovic como circula por Internet) cantan y cuentan lo bueno y lo malo de la cerveza en ”The Beer Song”, una alocada sátira que no respeta ni la Obertura de “Carmen”, la ópera de Bizet en la que se apoya y rubrica con un eructo digno de Homer Simpson.

Incluso en el género Lo’Fi existe todo un disco, “99 bottles of beer”, ¡con 100 canciones!; el sumun del homenaje a esta confraternización musico-cervecera donde The Bottles Project se dedican a ofrecernos un “Deja Brew” con sus variantes cerveceras de grandes temas de la música de todos los géneros: “96 Beers” (Question Mark & The Mysterians), “Drink!” (“Think/Respect” de Aretha Franklin), “Routebeer 66” (Nat King Cole Trio), “Ain’t no beer left” (Bill Withers), “I’ll buy a round” (“I get around” de The Beach Boys), “Beer with no name” (America), “In the beer 2525” (Zager & Evans), “Eight beers in bottles” (“Great balls on fire” de Jerry Lee Lewis), “Take five” (Dave Brubeck & Paul Desmond), “Whole lotta beer” (Led Zeppelin), “I put a spill on you” (Screamin’ Jay Hawkins)

Buddy Holly, Willie Nelson, Bob Dylan o Johnny Cash son algunas de las celebridades recordadas entre cerveza y cerveza de las muchísimas que se debieron tomar durante la elaboración de este divertido y nada clásico disco de 2012. Pero quizá la canción más cervecera de todas sea “99 bottles” de Zane Williams, una simpática narración de lo que pasa cuando pides algo de beber sin especificar «qué».

               “On a day hot enough to make the Devil cuss I walked into a bar so thirsty I was
               spittin’ dust Barkeep asked me what’ll it be? I said whatcha got? He said well let’s see,
               we got Lone star, PBR, Rolling Rock, Shiner Bock, Moose Drool, O’Doul’s, Hefeweizen,
               Ziegenbock, Keystone, Coors Light, ‘course we got Red Stripe Amstel, Amsterdam
               in the tall can, Michelob, Miller Light, Guiness by the pint glass Doppelbock Lager,
               take a swaller ‘cause it’s goin’ fast Oatmeal stout and a lot of Leinenkugel’s Open up
               your wallet, no time to be frugal there’s 99 bottles of beer on the wall…”
               En un día lo suficientemente caluroso como para hacer al diablo maldecir, entré en
               un bar tan sediento que iba escupiendo polvo. El camarero me preguntó ¿qué va a ser?
               Yo dije ¿qué tenemos? Y él dijo bueno, veamos, tenemos. Lone star, PBR, Rolling Rock,
               Shiner Bock, Moose Drool, O’Doul’s, Hefeweizen, Ziegenbock, Keystone, Coors Light…
               por supuesto tenemos Red Stripe Amstel, Amsterdam en lata alta, Michelob,
               Miller Light, Guinness por pintas, Doppelbock Lager (toma un trago porque nos
               la quitan de las manos) Oatmeal stout y montón de Leinenkugel’s.  Abre tu billetera,
               no hay tiempo para ser frugal. Hay 99 botellas de cerveza en la pared…

Difícil elección, pero todo es empezar… a catar y a escuchar.

Y para cerrar nuestra selección de Beer Songs: una recomendación del gran conocedor y divulgador del mundo cervecero, ya fallecido, Michael Jackson (no confundir con el celebérrimo cantante también desaparecido), un consejo con el que prologaba su “Michael Jackson’s Beer Companion” (“El Libro de la Cerveza”) de 1993:  “Nunca pida «una cerveza»…”, recomendaba, pues para cada ocasión existen un estilo y una marca de cerveza. A lo que nosotros añadiríamos que, por favor, tampoco escuches “solo” música.

Si te ha gustado el artículo descubre más
https://www.fassbiere.com/articulos-cerveza/
o suscríbete a nuestros boletines y newsletter:
http://www.fassbiere.com/web-antigua/newsletter/

También te puede interesar
Pinkprint #05: De qué tienes miedo

Pinkprint #05: De qué tienes miedo

El miedo nos da la medida de lo que somos y podemos. También nos confronta a lo que no somos ni podemos. Y en esa frontera de “lo que no podemos alcanzar” nos encontramos con la muerte. Pero no la muerte física o espiritual, que es otra forma de realizar nuestro “ser” dejando de “estar”; en ese límite o limitación tenemos, y tememos, la muerte productiva; una amenaza que bloquea nuestro pensar, paraliza nuestras decisiones y acciones, nos agobia físicamente, nos margina tanto de nuestros iguales como de los otros y nos lleva a creer, aún más grande, la amenaza y sus, supuestas, consecuencias. Contra ese miedo infeccioso no cabe más que salirse por la tangente de ese ciclo o espiral de espanto.

Pinkprint #04: El cohete de Maslow

Pinkprint #04: El cohete de Maslow

Antes de lanzarnos a presentar una idea, emitir un comunicado o lanzar un proyecto mirémoslo por un momento como un cohete con unas funciones que cumplir: despegar, viajar a su destino y una vez llegado, permanecer hasta cumplir la totalidad de la misión. Cada función depende del cumplimiento de una serie de necesidades y objetivos que podemos comprobar con unas simples preguntas para asegurarnos de que estamos listos no solo para despegar sino también para cumplir con la misión encomendada. Vamos allá: 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1…